9/1/09

La Cocina

La experiencia de nuestro trabajo en colaboración se inició en nuestra etapa de estudiantes en la Universidad Complutense de Madrid (Facultad de Bellas Artes). En Abril de1999 con motivo de la Primera Edición de Recorridos en La Facultad de Bellas Artes de Madrid, realizamos una Instalación titulada La Cocina, obra cuyo resultado culminó en la posterior exposición ExSitu (1999) en Garaje Pemasa (Madrid).
La Cocina constituye la metáfora del Arte Contemporáneo: con diferentes ingredientes inicialmente  adquiridos en el Supermercado del Arte y posteriormente cocinados por el artista, se crea Arte de nuevo… un ReciclArte infinito. 
La Cocina se componía de unas Piezas Estáticas: Constituyen la estructura de la Instalación y corresponderían a las que se encuentran en cualquier cocina convencional: encimera, nevera (en nuestra cocina había tres), lavadora, lavaplatos, armarios, estanterías, microondas, etc.
Estas piezas extraídas de una cocina real y transportada a un espacio expositivo se recomponían de un modo nuevo. No se trataba de integrarlas a un espacio cerrado y funcional, sino formando un conjunto libre, pero a su vez “reconocible” . El espacio habría de permitir un fluir del público de un modo confortable y al mismo tiempo una atracción al corazón de la misma: la mesa dónde se compARTE y depARTE. Un espacio cuya última finalidad es la de “Instalarse “ en él.
Las Piezas Móviles eran elementos compuestos por los productos alimenticios y de limpieza así como los utensilios, vajillas, cuberterías etc. Los productos fueron manipulados creándose unos logotipos de marcas con los nombres de aquellos artistas que decidimos eran los más representativos del siglo XX. Todas las piezas móviles se situaron en armarios, el interios de las neveras y estanterías.
En gran parte del mobiliario se escribieron frases de artistas en relación con la comida y en los delantales se imprimieron los nombres de todas aquellas artistas mujeres y escritoras que más habían influido en el desarrollo de nuestra obra.
Durante el transcurso de tres días, invitamos a todo aquel que se introdujera en la instalación a cocinar. Los participantes reservaban día y hora especificando el tipo de comida que iban a realizar. Se podía hacer desayunos, comidas y meriendas. Se les hace entrega de unas Instrucciones de Uso de la Instalación: Los “Visitantes” de la Instalación han de elegir entre los productos existentes en la misma, aquellos que les parezcan adecuados para la realización de una receta a su gusto. Es obligatorio apuntar los ingredientes y la preparación de las recetas, sean éstas tradicionales o inventadas, en unas hojas que se distribuirán para tal propósito. También deberá ser registrada el consumo de cualquier alimento o bebida en las mismas hojas. El requisito indispensable era utilizar los productos que se encontraban dentro de la instalación; en el caso de no contar con algún producto específico nuestro invitado-cocinero debía traer el ingrediente necesario “manipulado”(debía obligatoriamente dotarlo de una marca de artista).Todas las acciones fueron registradas, con nombres, acciones, hora y fecha.
Nuestra cocina estaba ampliamente surtida y además estaba dotada con tres neveras que representaban tanto externa como internamente a tres décadas de la historia del arte del siglo XX. En el interior de cada una de ellas se encontraban alimentos simbólicos que se correspondían a diferentes movimientos artísticos:
Fines del siglo XX: vísceras, casquería, sensation, Hirst…
2ª Mitad del siglo XX: Verduras, tierra, feminismo, povera,Land Art…
1ª Mitad del siglo XX: Huevos, mantequilla, grasa, Beuys, Picasso…
Los Espectadores-Cocineros-Artistas completaron la obra realizando exquisitos guisos con sus propias recetas como metáfora del Arte. Pero el éxito de la instalación consistió en la vinculación que se creó en ese centro neurálgico de la misma (La mesa de comedor) dónde una vez elaborada cada comida, se compartía entre cocineros-artistas y espectadores. El espacio se transformó en un espació familiar y de camaradería desapareciendo el espacio expositivo propiamente dicho. El acto de comer y compartir constituía asimismo un acto cercano a lo religioso, completando el significado de la instalación y su objetivo primordial.
Una vez finalizada la exposición (que documentamos mediante video, diapositivas y fotografías) creamos unas fichas en las que transcribimos las recetas de todos los participantes que de ese modo pasaron a formar parte material del proceso (convertidos una vez más por obra y gracia de la Cocina en artistas.)
Formamos parte ese mismo año de la exposición colectiva Ex situ en el espacio Garaje Pemasa, comisariado por Mercedes Replinger.
La exposición giraba en torno a la documentación y el proceso en la obra de Arte.
Construimos una mesa de unos diez metros de longitud para la que creamos un mantel decorado con todas las fichas que contenían las recetas elaboradas durante la instalación La Cocina y dónde intercalábamos fichas de algunos de los productos que habíamos manipulado. La estética que manejamos era similar a la de los catálogos de los productos estrella de los supermercados de ofertas. En los cabeceros de la mesa situamos dos monitores de televisión enfrentados entre sí dónde de manera ininterrumpida se proyectaba el video con las intervenciones de los espectadores-cocineros que participaron en la instalación anterior. De este modo y de forma ceremoniosa dimos por concluida la segunda parte de La Cocina a través de la mirada del Arte hacia sí mismo.

1 comentario:

Alejandra Feldman dijo...

Me pareció un muy buen articulo, considerando que la Cocina, esta llegando a ser considerada un ARTE,y no solo como un acto de amor, hacia quienes se les cocina.
Felicitaciones, y si quieres verlo no tienes mas que entrar en el blog de cocinaconencanto.